Solo ayer.
Lo estaba mirando (desde la distancia) esperando que me mirara para que pudiera hacer un gesto para que desbloquee el coche.
Ahí estaba, apoyando mi mano en el sedán y solo observándolo.
En primer lugar, se veía muy encantador y apuesto.
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Segundo, estaba hablando con una niña desfavorecida que le estaba pidiendo algo de dinero, al parecer.
En tercer lugar, parecía estar explicándole algo con una sonrisa en su rostro. Ah!
Cuarto, le dio el dinero y le puso la mano en la cabeza.
Quinto, me miró, se dio cuenta de algo y luego levantó el brazo para disculparse y de inmediato abrió el coche.
Un hombre guapo con tanta humildad. Creo que hubiera amado a ese hombre incluso si ese hombre no fuera mi padre. SÍ. 🙂
Una y otra vez, con tan pequeños incidentes, literalmente tengo voces en mi cabeza que me dicen: “Dios, lo amo tanto”.