Esto es similar a la pregunta: “Si veo algo rojo, ¿también lo ves rojo?”
Dichas preguntas son de naturaleza paradójica y, presumiblemente, una respuesta clara es difícil.
No obstante, con los avances en la biofísica, cada vez es más posible estudiar la actividad neuronal y conectarla con las emociones. Por ejemplo, uno de mis estudiosos de co-doctorado que trabaja en esta área, puede realizar una resonancia magnética cerebral y decirle si está contento, triste o hambriento.
Nuestra comprensión de las emociones humanas puede ayudarnos a comprender cierta cantidad de emoción animal, al buscar patrones similares de actividad cerebral. Sin embargo, nuestra comprensión actual de tales temas es, en el mejor de los casos, incompleta y carece de un protocolo experimental sólido.
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Así que puede haber emociones que un animal puede sentir, pero los humanos no pueden. Pero una comparación de manzana con manzana es probablemente difícil, al menos en la actualidad.