¿Alguna vez te has enamorado de un cliente?

Una y otra vez. De hecho, el cliente debe ser elegante, a diferencia de la implementación, que puede ser sangrienta. Quiero decir, mira esto:
#include
int main ()
{printf (“% d”, factorial (9));
}

¿Quién no se enamoraría de un cliente así, que es tan preciso y especifica exactamente lo que se espera sin ningún tipo de acoplamiento a la implementación?

Como programador de navegadores, me he enamorado de algunos clientes …

Me atrajo Netscape, ya que fue mi primer amor de Internet;

Me enamoré de IE Edge, ya que se mantiene fiel a las disputas por códigos implacables;

Adoro Vivaldi, porque se adapta a las alternativas de UI;

Me derrito con Opera, ya que sabe actualizarla sin cachearla;

¡Pegue Chrome, ya que es más rápido que la velocidad de la luz!

No me gusta el resto, ya sea porque no lo sé mejor, o porque se han atrasado en la velocidad. 😉