¿Las feministas odian el porno?

Algunos lo hacen, otros no (y otros les gusta).

Cada vez que dices ‘¿Las personas de tipo foo do bar?’ esta será la respuesta que obtendrás (a menos que hacer o no hacer foo defina una barra, como “algunos vegetarianos comen carne”).

Algunas feministas odian el porno.

Algunas feministas no pasan mucho tiempo pensando en el porno.

A algunas feministas les gusta el porno.

Algunas feministas hacen pornografía (Tristan Taormino, por ejemplo). De hecho, incluso hay un Premio de porno feminista, que es organizado y organizado por mujeres.
Bienvenido a los premios feministas de la pornografía – Feminist Porn Awards

El feminismo no es solo una cosa monolítica. Las diferentes feministas son diferentes.

La especie dominante del feminismo parece ser algo llamado feminismo radical. El feminismo radical es un feminismo politizado que es abrumadoramente pro-mujer y anti-hombre.

Las feministas radicales pueden ser identificadas por lo que odian. Odian el porno tanto como los hombres, los niños, el patriarcado, la lógica (un invento del patriarcado diseñado para mantener a las mujeres de acuerdo con Marylin French) y el coito heterosexual. Es uno de sus odios claves. No solo odian el porno, sino que odian a los hombres (y mujeres) que miran el porno. También odian a las mujeres que voluntariamente hacen porno. Puedes leer todo acerca de cómo creen que todo el porno es malo en los escritos de la difunta Andrea Dworkin (presumía de ser una ex prostituta adolescente que vendía sexo a cambio de boletos de autobús de todas las cosas a la casa de sus padres de clase media) y su Minions en los diversos sitios web de psycho fem como “Witchwind”.

No estoy seguro de cómo se siente el porno gay masculino porque no involucra a las mujeres, pero pasan la mayor parte de su odio en el hetero porno.

Tengo curiosidad acerca de por qué odian el porno. Dado que el feminismo radical es básicamente la politización de las enfermedades mentales de las mujeres, me temo que su odio proviene de las inseguridades de su propio cuerpo en comparación con los cuerpos de modelos porno. Dworkin, por ejemplo, como adulto, pesaba 600 libras y tenía serios problemas de higiene. Su odio también debe provenir de cuestiones de control. Quieren tener control total sobre el orgasmo del hombre, cuándo, dónde, cómo sucede, e incluso lo que los hombres piensan e imaginan. Prohibir el porno obviamente le da poder a las mujeres.