Si alguien no entiende algo que estoy tratando de comunicarle, asumo que la culpa es mía. Soy un excelente comunicador. Hace poco tuve un niño de 11 años que me dijo que era un buen explicador, por lo que me corresponde encontrar una manera de explicar qué obtendrá la otra persona. Si después de varios intentos, todavía no puedo, digo: “Lo siento, parece que no puedo comunicar esto”.
No importa quién es la persona o qué pienso de ellos. Pero diré que si realmente respeto a la persona, me sorprendería mucho si no pudiera comunicarme con ella. Una de las razones por las que nos gusta y respetamos a las personas es que, al menos un poco, nuestras mentes están sincronizadas.