En primer lugar, es algo completamente normal para cualquier persona en una relación.
Siendo un hombre, puedo entender completamente su situación, pero le sugiero que ponga un poco de freno y que se dé cuenta de que su papel en la relación es mucho más que simplemente llevarse bien todo el tiempo.
Pues todos deseamos la lujuria. Y esa es la verdad trágica. Gran parte de nuestros deseos sexuales, que en sí mismos no son malos, se transforman en un antojo poco saludable para el cuerpo individual de otra persona. Tanto es así que a veces empezamos a ver a ese ser humano solo como su cuerpo. Y no solo comenzamos a ver a la persona solo como su cuerpo, sino que vemos ese cuerpo como algo destinado a satisfacer nuestro deseo.
Incluso cuando podemos cuidar a la persona, nuestro deseo a veces tiene prioridad sobre su ser .
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Pero tal vez lo más peligroso en nuestra lujuria por otras personas, no podemos verlos como seres sin un alma, un corazón, una mente. No los vemos por todo lo que son.
Usted dijo que hace un par de años que comenzaron a salir y planean casarse en los próximos años, este puede ser el momento de darse cuenta de dónde poner una línea con su consentimiento mutuo. La lujuria, de hecho, es importante, pero demasiado de ella puede hacer que se asfixie un poco para las personas involucradas.
La lujuria ve al humano en el momento como un objeto; En el amor, el humano es siempre un sujeto y siempre es más de lo que es en ese momento. La lujuria en última instancia es egoísta, mientras que el amor es desinteresado. No hay una línea fina entre los dos, sino más bien una audaz. Y el alma, el corazón y la mente siempre saben la diferencia.
Siendo su chica, no te sugeriré que evites completamente que se acerque a ti, pero con todo el amor que tienes, puedes hacer que se dé cuenta de que es algo que te está haciendo infeliz.
Trate de hacerlo o al menos sugiérale que se mantenga ocupado. Para hacerlo hacer algo creativo o simplemente equilibrar su rutina diaria.
CONFÍA EN MÍ, FUNCIONA.
Que se coma limpio, salga a correr. meditando, o simplemente estar en la dicha.