Sentirse bien es la razón por la que está dejando a su abusador, ¿no es así?
He viajado esa dirección más de una vez.
Recuerde, la persona a la que está dejando lo manipuló para que creyera que lo necesita y viceversa. Y muchas otras cosas que no te gustan.
No sentí ningún dolor saliendo de esas relaciones; ¡Eran pura mierda diseñadas para hacerlo sentir más poderoso o más inteligente, o a quién diablos le importa? Este no era alguien que me amara, obviamente, a pesar de sus mentiras en contra de lo contrario.
- ¿Importan los horóscopos en una relación?
- Cómo hacer que me deje de gustar mi amor.
- ¿Cuáles son los 3 mejores libros para el amor y las relaciones y cómo adquirir uno?
- ¿Qué significa cuando un hombre toca mi brazo y sonríe mientras pasa junto a mí?
- Cómo entender a las mujeres si no tenía una hermana, crecí en una escuela de varones y tuve una relación fallida en la universidad
Además, pregúntese por qué se refiere a la persona como su abusador. Las personas que he dejado atrás o que me han dejado atrás ya no son nadie para mí . Ni siquiera uso el prefijo “ex” , como, el padre de mi hijo es su padre, no mi nada. Ese es el punto de la frase “dejar atrás”, seguir adelante.
Entiendo la profundidad y la amplitud de las emociones, acostumbrándome a alguien, que ya no está en tu vida, toda la mierda miserable y desagradable y todo lo que se sentía bien, aunque fuera del abusador.
Luchar por la muerte de una relación está bien, pero debería ser breve, porque tienes una vida mejor para vivir, así que deja esa mierda atrás.
Como el envoltorio falso de caramelo falso es.
La próxima vez, si hay uno, compra tus propios dulces y no dejes que nadie camine sobre ti. Ni una sola vez. Pon tu defensa ofensiva en forma. Abusados frecuentemente son abusados nuevamente. Y otra vez. ¿Quieres eso?
Si no es así, comience a saber que CUALQUIER cosa de la que usted se siente maltratado, que no se respeta, que se usa , es una BANDERA ROJA GRANDE que tiene GRANDES CARTAS NEGRAS :
¡NO!
Por cierto, la última vez que dejé a alguien estaba cerrando la puerta detrás de mí y pude ver a ese hombre gigante recogiendo una de sus preciadas sillas de arce, apuntando con las piernas hacia mí. Le pregunté: “No estás pensando en lanzarme eso a mí, ¿verdad?” Y cerré la puerta de golpe una fracción infinitesimal de segundo antes de que golpeara la silla. Supuse que era. ¡Mierda graciosa, eso!