Unas pocas cosas:
- Deja de preocuparte por perder argumentos. Nadie está llevando la cuenta. Tu valor como ser humano no disminuye al perder. El 99% de las veces, no importa quién tiene razón. Si peleas por trivialidades, que es la mayoría de las cosas, envenenarás la relación.
- Cuando te equivocas, discúlpate. De hecho, cuando te equivocas, discúlpate. Y lo digo en serio. Pedir disculpas no es un signo de debilidad. Es una evidencia de fortaleza, la fortaleza de saber que puedes admitir un error sin dañarte. Es evidencia de que usted respeta genuinamente a la otra persona.
- Compromiso. En un buen compromiso, ambas personas obtienen lo que quieren, parte de él, pero no todo. El resultado: no hay resentimiento, junto con la satisfacción de saber que ha encontrado una manera para que ambos sean felices.
- No te quejes a menos que tengas una muy buena razón. Quejarse es solo una forma de enfocar lo negativo. ¿Qué hay de bueno en eso?
- Nunca menosprecies a tu pareja. Sobre cualquier cosa. No señale sus defectos a menos que ella esté dispuesta y sea capaz de hacer algo para corregirlos. Y si has hecho esto, por el amor de Dios, no lo repitas. A nadie le gusta escucharte desearías que fueran más delgadas. Desearían que fueran más delgados, más intensamente que tú.
- Admírala y díselo. Admira sus habilidades, sus logros, sus valores, sus amigos, sus actividades. Si encuentras esto difícil, intenta más.
- Apoye a su pareja siempre que tenga la oportunidad: sus intereses, sus pasatiempos, sus opiniones. Tu posición por defecto es “Estoy de tu lado”.
Esto es todo lo que puedo pensar en este momento. Pero estos son un buen comienzo.