Recuerdo los días en que ella vino a mi lugar de trabajo para pelear por una reunión que tuve con mi vieja amiga de la escuela. Que desgraciadamente se convirtió en una niña. Escuché sus alarmas durante horas por teléfono. Nada cambió entonces, dejé de atender sus llamadas. Nada cambió entonces. Ella siguió llamando. Nadie más pudo alcanzar mi número porque ella me envió un correo basura con un ataque DDOS. Bloqueé su número y de alguna manera se calmó. Pero era solo un pivote de planes. Ella entró en mi lugar de trabajo. Ahora no hay forma de bloquearlo o silenciarlo. Tuve que caminar con ella para poder hablar sobre un café. Resulta que cada vez, nos despediríamos de un hermoso abrazo. Pero siempre lo supe, no debería durar como siempre. No solo por lo que siento. Pero también por lo mucho que tiene que tomar. Viajó 500 km en trenes nocturnos para conseguir este tipo de reuniones. Estas reuniones arreglaron las cosas, pero todo fue temporal. Intenté y traté de romper. Ella lo hizo cada vez más difícil.
Pero de alguna manera se le ocurrió. Tal vez tardó meses en llegar a eso. Pero cuando supe que todo había terminado, fui destrozado. Días que siguieron al infierno. Me tomó meses salir del trance y del adormecimiento. Perdí todas las llamadas perdidas. Nunca volvió a pasar. Todavía sé, esto también pasará. Para nosotros dos. Algunas cosas no están destinadas a ser.