Sí me gusta.
Resulta que soy una de esas mujeres desafortunadas (o afortunadas) cuyos pies apestan cuando me pongo zapatos cerrados durante 2 días consecutivos. Cuando esto sucede, siempre quiero ir a casa temprano para quitarme los zapatos. Pero mi novio siempre me gana por ello. Primero, le gusta cuando me pongo los zapatos cerrados, así que siempre me compra zapatos cerrados. En segundo lugar, él siempre viene a casa antes que yo, me recoge en la parada del autobús (por razones de seguridad) y me saca los zapatos. Inmediatamente comienza a masajearlos y frotarlos. ¡Es la mejor sensación que he tenido! ¡Devoro cada momento de ello! Y en verdad, ¿por qué no debería? El lo ama…