El año pasado, un día después de un concierto, una chica brasileña vino y me felicitó por mi canto; ella pensó que yo era de Brasil, ya que estaba cantando en portugués. Nos convertimos en buenos conocidos.
Nos vimos varias veces y ella buscaba un trabajo y me decía lo caro que era el alquiler de su albergue; aunque no estaba en problemas, definitivamente estaba buscando un lugar más barato para vivir.
Acababa de comenzar a alquilar una casa barata y agradable de dos habitaciones con un amigo con el que tocaba música en la banda. Le dije que solo tenía una cama en mi habitación, pero era grande y no me importaba compartirla con ella hasta que encontrara un trabajo: ella estaba buscando un trabajo en barco, por lo que luego viviría a bordo. No conocía a esta chica y no me interesan romántica ni sexualmente las chicas.
Ella lo pensó, se mudó y nos acercamos mucho. Todavía nos reímos de la extraña manera en que nos hicimos amigos. No tengo idea de por qué le ofrecí mi cama a un extraño, y ella no tiene idea de por qué aceptó la oferta sin conocerme. Vivimos juntos por 3 meses, nunca nos molestamos ni nos tocamos, excepto por una noche, cuando aproximadamente a las 4 AM me desperté con ella de pie en la cama matando furiosamente a los mosquitos entre su par de zapatos.
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Nos conocimos en un momento en que ambos estábamos experimentando cambios profundos en nuestras vidas: rupturas románticas, cambios de trabajo, crecimiento …
Nos confiamos el uno en el otro por diversión y apoyo, y aprecio los momentos que vivimos juntos casi como una amistad de la infancia, del tipo en el que le preguntas a otro “¿quieres ser mi amigo?”, Dice “¡sí!” y ambos se van cogidos de la mano.