El amor es extraño. El amor está en el momento en que intercambias miradas. El amor es cuando la miras y te ruborizas. El amor está en esa fracción de segundo cuando tu respiración se detiene y miras hacia atrás nuevamente para verlo bien.
Ahí estabas, viajando en bus y la ves. Ella se sienta y lee una novela “La falla en nuestras estrellas: JOHN GREEN”. Un mechón de su cabello sigue apareciendo en su cara. A veces lo vuelve a poner en su lugar, detrás de sus orejas y el resto de las veces, no se molesta. El autobús se sacude y tú te tambaleas hacia adelante. Y en ese momento te enamoras de ella.
Estos extraños de los que nos enamoramos tan naturalmente, traen chispas a nuestras vidas aburridas y pretenciosas. El momento y el amor que sientes por ellos es tan personal. Y no estoy hablando de que te sientas atraído por una chica, a quien miras de pies a cabeza y luego olvidas. Estoy hablando de que te enamoras de la chica, con las pequeñas cosas que hace en los muy pocos momentos que la notas y que no puedes olvidar durante mucho tiempo.
Y tienes ganas de viajar en el mismo autobús, o tomar la misma ruta, conducir por las áreas donde se bajó, solo para poder verla. Pero entonces, para. Porque no quieres arruinarlo.
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Quieres saber todo sobre ella, pero tampoco quieres saberlo. Hay un dilema. Y tú eliges la vida para seguir su curso. Ella permanece en tus recuerdos y la buscas en las multitudes. Y luego, te pierdes en el laberinto de tu rutina.
Un día, viajas al trabajo y ves a una chica con la novela “La falla en nuestras estrellas, de JOHN GREEN”, que tiene en sus manos. Y tu corazón se detiene. No es ella, pero te recuerda mucho a ella. Sientes que te duele el corazón y sonríes porque es dulce y también ridículo. Y honestamente, recuerdas cada detalle de ella.
“Estúpidamente enamorados, porque el amor es todo lo que hay”.
(Leí esto en el blog “storypick”, escrito por Urvashi Maru)