Es parte de la diferencia, pero no toda la diferencia. La diferencia es la conciencia.
La humanidad está experimentando un desacoplamiento de la inteligencia de la conciencia. Cada vez más, nos encontramos con que cualquier tarea que somos capaces de hacer puede hacerse mejor mediante un algoritmo de aprendizaje automático, dados los suficientes datos, la complejidad del modelo y el tiempo. La inteligencia es una tarea objetiva.
Las emociones son experiencias enteramente conscientes, más que fenómenos objetivos. Las emociones son parte de un estado mental consciente subjetivamente experimentado, junto con información sensorial experimentada subjetivamente. Por lo que sabemos, la ciencia no sabe cómo comparar objetivamente las experiencias de los estados mentales.
Se podría argumentar que la IA puede sentir “pseudo-emociones”, porque un modelo puede computar probabilidades de acción que pueden corresponder a un análogo a la intuición impulsada por los sentimientos. Pero como estas probabilidades de acción son entidades objetivas que son observables externamente, no podemos decir que sean emociones.
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