¿Por qué las damas solteras de 30 años se vuelven exigentes?

Simplemente porque podemos.

A la edad de treinta años, ya no tenemos gafas de color rosa. Habríamos trabajado por un tiempo, también entendemos el poder de pararnos sobre nuestros propios pies.

Probablemente nos hubiéramos besado una rana o dos.

A los 30, también conocemos nuestra mente y sabemos exactamente lo que queremos y no queremos en la vida. Y no creo que se trate de ser selectivo, se trata más de perseguir lo que queremos.