“¿Eres feliz?” Ella me interrumpió a media frase. De repente, el tiempo pareció haberse detenido. El mundo perdió su brillo. Los niños corriendo alegremente, riendo y gritando se suspendieron en un momento interminable. Una pregunta tan simple no debería haber tenido ese efecto. Todo lo que quería decir era “sí” y mirarla a los ojos; besala Dile que la amo; y que el mundo siga adelante.
Pero no lo hice. No pude De repente me di cuenta de que era una mentira. Como era nuestra relación entera. El sueño fugaz de un romántico desesperado, que se manifiesta por un momento antes de que la dura realidad lo golpee en la cara.
El viento soplaba. Llevaba las hojas por el aire, reorganizando completamente el paisaje. Una hoja a la vez. Sacándolos de los árboles y dando paso a la nieve del invierno.
Los niños seguían jugando, pero yo no podía escucharlos. La gente caminaba por allí, pero no los noté. Incluso su presencia se sentía como un recuerdo lejano. En ese caso, estaba solo. Solo en el mundo entero.
- Si alguien tuviera el poder de empatía de sentirse (o realmente no sentirse) como un psicópata, ¿crees que desarrollarían una máscara?
- ¿Cuál es el miedo más grande que has sentido o todavía tienes?
- ¿Prashant Motwani todavía se enoja con la gente? ¿Cómo maneja las situaciones que no se pueden manejar con medidas tranquilas?
- ¿Qué haces cuando los sentimientos de soledad te abruman?
- ¿Deberíamos quitarnos la armadura o usar una más fuerte para evitar que las personas nos disparen emocionalmente?
Sentí que habían pasado horas desde que ella preguntó. Levanté la cabeza y la miré a los ojos. Ella estaba esperando una respuesta. Yo sabía a dónde iba esto. Lo sentí durante meses. ¿Por qué no lo vi antes? ¿O tal vez lo vi, pero me lo escondí? No importaba Todo se reducía a esa pregunta. “¿Estás feliz?”
“¿Lo eres?”, Le pregunté. Ya sabía la respuesta. Ya sabía lo que iba a pasar. Todos nuestros planes para el futuro desaparecieron en un instante con solo una pregunta. No recuerdo el resto de la conversación. Solo recuerdo que volvimos a casa y ella empacó sus cosas mientras contemplaba el significado de todo. Ese fue el último día que la vi.
“¿Eres feliz?” Es la pregunta que más me dolió.