“Sin embargo, nunca se da cuenta de que siempre me obliga a hacer lo que quiere”.
Piénsalo. Nunca le diste una razón para pensar que no querías acompañarla todo este tiempo. Entonces, de repente, todo cambió en un instante.
Es cierto, ella lo manejó muy mal. Alguien que esté acostumbrado a hacer su propio camino lo hará cuando se vea frustrado.
Si quiere arreglar las cosas, espere hasta que esté tranquila y los dos puedan hablar con dignidad y respeto por ambas partes. No lance el pasado en su cara, se acabó y usted perdió la oportunidad de quejarse de ello en ese momento.
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En su lugar, explique con cuidado por qué se sintió como lo hizo con respecto al proyecto actual. Mantener la conversación madura. No te enfrentes, ponte a la defensiva o insultala. No digas que ella es “siempre” nada. Se trata de una situación que intenta resolver de manera adulta y positiva. Se adhieren al tema del proyecto y cómo se siente al respecto, no a su personalidad.
Si aún no puede tratarte como a un igual, al menos sabrás que hiciste lo mejor que pudiste. Buena suerte.