Obviamente la sonoridad extrema es incómoda.
Y tal vez las frecuencias bajas ruidosas (del tipo que, en el mundo natural, se asociarían principalmente con el gruñido de grandes depredadores) pueden desencadenar algún tipo de miedo instintivo.
Y las personas que gritan como si estuvieran enojadas también deberían disparar algo.
Pero aparte de eso, diría que es en gran medida la asociación aprendida. Ciertamente la música psica. Si ese fuera el cuarteto de Shostakovich acerca de los trenes, no te harías caso. Del mismo modo con las campanas tubulares.