La religión y el amor son mutuamente incompatibles.
El amor se da libremente, sin mandamiento. La religión ordena que amemos con pena de castigo, y que amemos a Aquel a quien tememos. Como lo expresó Christopher Hitchens, la esencia del sadomasoquismo, no del amor sano.
La madre que ama a su hijo gay; el hermano que asiste a la boda de su hermana lesbiana; el padre que asiste a la boda de su hija a una persona de otra fe; los padres que dan la bienvenida a su hijo en casa después de que él haya renunciado a la fe en la que lo trajeron, estas personas son verdaderamente amables, pero en su mayor parte lo harán a pesar de lo que su religión les dice que hagan. Su amor, su humanidad ha sobrepasado su religión.
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