Déjame darte un ejemplo práctico de la vida real a través de la siguiente historia, lo que demuestra que una mujer no necesita tener un hombre en su vida.
El orfanato que visito generalmente es administrado por una monja cristiana que no se casó y fue profesora universitaria desde sus días de juventud. Completó su Maestría en Química y comenzó a enseñar en un colegio universitario desde 1985, cuando tenía 25 años, sus padres comenzaron a buscar a un chico para ella, sin embargo, era firme y decidida. Siendo la única hija de sus padres ricos, heredó una gran propiedad que sus padres le habían dejado. Transformó la parcela en el orfanato en el año 1991, y desde entonces no miró atrás, contribuyó con todas sus ganancias para el desarrollo del orfanato de niñas. Pronto otras monjas también se unieron a ella en esta misión.
Hoy no es de extrañar que el orfanato de chicas sea demasiado famoso en la ciudad, además, la monja cristiana recibe mucho apoyo del club Rotaract, el club de leonas, etc. en forma de donaciones. A pesar de gestionar este orfanato a gran escala, nunca dejó su trabajo. Ella contribuyó con todos sus ahorros y esfuerzos para la elevación y el beneficio de las niñas del orfanato. Incluso hoy en día maneja todas las responsabilidades de las niñas desde su educación, hasta sus carreras y sus trabajos. Tal es la personalidad carismática de esta monja.
Entonces, ¿cuál es la moraleja de la historia? No es difícil para una mujer vivir sin un hombre, trabajar para las personas socialmente desfavorecidas de la sociedad, desarrollar un objetivo en la vida.
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El hombre no es necesario y es un elemento obligatorio de la vida de una mujer. Un hombre no debe ser parte integrante de la identidad de una mujer. Una mujer debe ser conocida por sus logros y no por el nombre de su hombre.