Gano (algo de) mi dinero, contando historias. Al principio [tm] solía molestarme, cuando la gente me interrumpía. Después de todo, ¿no era yo importante? ¿No era importante lo que tenía que decir? ¿Dónde estaban sus modales?
Luego se fue introduciendo lentamente. No, no eran desagradables ni desconsiderados. Fueron agarrados. Los entusiasmé, les hice querer ser parte de la historia, parte de la narrativa, parte de lo que sucedió allí mismo. Esas no eran personas que pensaban que eran más importantes que yo, eran personas a quienes les di la sensación de que estábamos todos juntos en esto, iguales.
Como cuentacuentos, no soy importante. Mi historia es. Los personajes, la línea de tiempo, los eventos. Nada podría hacerme más feliz que mis hijos, esos elementos, para adquirir una vida propia con las palabras, las cabezas y las acciones de los demás. Para alguien que se convierta en parte de la narrativa, ese es el mayor honor para mí, su padre.
No eres más que una boca, de donde surge la semilla de las ideas y los sueños. Solo son ojos y una sonrisa que son las líneas en el suelo fértil de una idea independiente, un pensamiento. No te aferres celosamente, ámalo, déjalo en libertad. Cuando se sientan en silencio y asienten, cuando dicen “Sí …” y nada más, se aburren, no pueden esperar para apagarte, desconectarte, seguir adelante. Pero cuando toman sus palabras y corren con ellas, cuando están agarrotados y sus cabezas comienzan a girar, a producir su propia narrativa, a respirar una nueva vida, nuevas ideas, un giro, a su discurso, a sus hijos de pensamiento, entonces usted está donde está. Querer y debería ser, eres una persona emocionante y líder.
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Inclínate, haz que se apoyen, junten, tejan la red. Afirmar, pero también renunciar al control. Cree belleza no a partir de su monocultivo mental, sino de la policultura de muchos, trabajando juntos como iguales, para llegar a una buena cena, un día, una semana o una historia de por vida. Nadie es importante, ningún sueño se sueña bien solo, ninguna afirmación de superioridad puede soportar la competencia de una multitud, un mosaico de ideas y voces. No trates de ser “la” voz, apunta a ser “una” voz.