La Teogonía de Hesíodo es la historia de la creación y el fundamento de la mitología griega ambientada en el estilo épico.
En la parte que trata de Prometeo que roba el fuego para entregarlo al hombre, Hesíodo escribe que Zeus concibió a la mujer como un castigo y una plaga para el hombre para compensar el regalo que recibieron del titán rebelde.
Y Zeus, que truena en lo alto, fue herido de espíritu, y su querido corazón se enojó cuando vio entre los hombres el rayo de fuego más visto. Porque con él hizo algo malo para los hombres como precio del fuego; para el famoso Dios Cojetero formado en la tierra la semejanza de una doncella tímida como el hijo de Cronos quiso.
Hesíodo describe cómo hizo los arreglos para que Hefesto y Atenea moldearan a la mujer con gran belleza y la vistieran con adornos. Esta es, por supuesto, la mujer que reconoceríamos y conoceríamos como Pandora.
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Pero…
(ll. 585-589) Y la maravilla se apoderó de los dioses inmortales y de los hombres mortales cuando vieron lo que era pura astucia, no para ser soportados por los hombres.
(ll. 590-612) Porque de ella es la raza de mujeres y mujeres: de ella es la raza y tribu mortal de mujeres que viven entre los hombres mortales para su gran problema, no hay ayuda en la pobreza odiosa, sino solo en la riqueza. Y al igual que en las colmenas de paja, las abejas alimentan a los zánganos cuya naturaleza es hacer travesuras: de día y durante todo el día, hasta que el sol se pone, las abejas están ocupadas y ponen los peines blancos, mientras que los zánganos se quedan en casa atentos y recogen el trabajo de otros en sus vientres, incluso así Zeus, que truena en lo alto, hizo que las mujeres fueran un mal para los hombres mortales, con una naturaleza para hacer el mal. Y les dio un segundo mal para ser el precio por el bien que tenían: quien evita el matrimonio y las tristezas que las mujeres causan, y no se casarán, llega a la vejez mortal sin que nadie cuide sus años, y aunque al menos no tiene falta de sustento mientras vive, sin embargo, cuando está muerto, sus parientes dividen sus posesiones entre ellos. Y en cuanto al hombre que elige la suerte del matrimonio y toma una buena esposa adecuada a su mente, el mal contiende continuamente con el bien; para quienquiera que tenga hijos traviesos, vive siempre con un dolor incesante en su espíritu y corazón dentro de él; y este mal no puede ser sanado.