Si quiere sondear la mente de alguien con preguntas, asegúrese primero de entender la “mecánica” de las preguntas; esto le dará la ventaja sobre lo que está pasando en el cerebro del objetivo. Primero, intente mantenerse alejado de las preguntas “cerradas”, ya que pueden limitar la respuesta y puede obtener el tipo de respuesta “sí, no, nada”. Su mejor opción es utilizar preguntas abiertas que obligan al objetivo a ser más específico con su respuesta. Aquí hay algunos ejemplos de qué preguntar y qué no preguntar:
1. A: ¿Cómo te sientes? Vs. B: Te ves bien, pero algo te está molestando. ¿Qué es?
a. ¡Multa!
segundo. No sé, podría estar resfriándose. Ha estado tan húmedo últimamente.
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2. A: ¿Cuál es tu color favorito? Vs. B: Creo que el color es rojo fresco, no caliente. ¿En qué te hace pensar el color rojo?
a. Rojo.
segundo. El rojo no está fresco, está caliente; me hace pensar en el fuego!
3. A: ¿Cuántos años tienen tus padres? Vs. B: Mis padres están en sus sesenta años ahora. ¿Cuántos años tenían tus padres cuando naciste?
a. ¡Antiguo!
segundo. ¡Oh Dios! Déjame ver. Tengo treinta y un años, mamá tiene 55 años, entonces guau, mamá tenía 24 años cuando yo nací. Hombre que es joven!
Con un poco de práctica, podrá realizar una cirugía cerebral en la mente de su objetivo sin un bisturí, solo unas pocas palabras cuidadosamente colocadas. ¡Buena suerte!