Por la gracia de Dios, nunca he experimentado tal abatimiento. Si una esperanza se había ido, siempre había otra.
Sin embargo, te contaré sobre la fase más triste de mi vida y cómo salí de ella. Cuando a la tierna edad de 21 años, a mi hija le diagnosticaron diabetes, el mundo parecía llegar a su fin. Lloré y lloré. Rogué a Dios como un tonto para que él me contagiara la enfermedad y que ella estuviera sana. Sí, fui lo suficientemente tonto como para pensar que era posible.
Pero Dios nunca cambia sus diseños, así que nada sucedió. Mi hija tenía que estar en bombas de insulina, todavía lo es. Cuando ella inyectaba insulina, sentía el pinchazo en mi corazón.
Parecía que la vida nunca volvería a ser normal. Nunca podría sonreír de nuevo. Durante tres años, controlé todo sobre mi hija. Su dieta, sus ejercicios, esperando contra toda esperanza que pronto se quede sin insulina. No pasó nada. Ella era y es diabética dependiente de insulina. La vida continuó como lo hace.
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Completó sus estudios, tomó un trabajo y se fue de mi lugar de trabajo. Cuando empezamos a buscar una pareja, todos los parientes nos sugirieron que escondiéramos su enfermedad, de lo contrario será difícil para ella.
Hice justo lo contrario. Le diría a la futura familia de novios: “Mi hija es diabética dependiente de la insulina, si eso está bien, podemos proceder. La gente se alejó, mintiendo sobre que el kundali no estaba a la par … los engañan a todos. Había un médico que era diabético, pero su padre dijo que “si ambos son diabéticos, puede haber complicaciones”.
Luego vino una propuesta del compañero de clase de mi hija. Hablé con él y solté lo habitual: “¿Sabes que ella sufre de diabetes? ¿Y tiene que ser dependiente de la insulina toda su vida? “Él se rió y dijo:” ¿Qué importa? “Supe al instante que él era el indicado.
La vida es perfecta hoy. Pero también estaba ese momento.
La razón por la que narré esta historia fue para hacerte ver que la vida lo da todo, tanto lágrimas como risas. Cuando esté en peligro, solo tenga paciencia, tenga fe en que los tiempos felices vendrán de nuevo, y lo más pronto posible. Ese día, cuando mi vida se había vuelto del revés, no sabía que me reiría otra vez.
Usted también lo hará