Depende principalmente de la forma en que uno percibe los problemas. Aceptar el hecho de que los problemas son parte integral de la vida y que son inevitables, permite que uno no se perturbe excesivamente.
De hecho, hay un ciclo regular de fases buenas y malas. Durante las fases desfavorables o los períodos problemáticos, uno puede permanecer feliz sabiendo que la siguiente fase debida, en cualquier caso, será la “buena”.