Eso recuerda a una vieja broma rusa. Un chico está sentado en un ferrocarril ocupándose de sus propios asuntos. Otro tipo se acerca y dice: ¿podrías mover un poco el trasero para que yo también pueda sentarme?
No importa cuán amplio sea el espacio a tu alrededor, siempre habrá alguien que pensará que ocupas demasiado de él. He encontrado dos maneras de lidiar con el problema:
- Patear al chico en los dientes (literalmente, si es necesario).
- Encuentre una posición en la que nadie le moleste, simplemente porque es excepcional y nadie puede reemplazarlo. Se puede hacer, pero hay que trabajar en ello.