El capitalismo es completamente amoral (no inmoral). Es simplemente una herramienta para organizar la actividad humana. Los actores de la moralidad son los actores y sus elecciones dentro del sistema.
La moralidad implica intención. El capitalismo no tiene la intención de hacer el bien o el mal por los seres humanos. Es solo un sistema de intercambio entre personas basado en individuos que persiguen sus propios intereses. Esos intereses son los que le dan al sistema el color de la moralidad. Pero, son los actores en el sistema los que toman las decisiones morales.
El capitalismo no es una religión. No nos dice cómo debemos vivir nuestras vidas ni qué decisiones tomar. Es sólo un conjunto de reglas.
Esto tiene algunas implicaciones bastante profundas sin embargo. Esto significa que no hay garantía de que el capitalismo siempre produzca resultados que coincidan con nuestras ideas de una sociedad justa. Entonces, si queremos tener una sociedad justa, depende de nosotros construir una, a través de nuestros esfuerzos privados e instituciones democráticas (es decir, nuestro gobierno) utilizando la riqueza que nuestro sistema capitalista nos ha brindado.
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Entonces, no debemos demonizar al capitalismo. Pero, tampoco se debe esperar que solucione todos los males de la sociedad. Es solo una herramienta simple pero muy poderosa que tenemos a nuestra disposición. Pero no el único.
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A menudo se dice que el capitalismo parece producir resultados inmorales como el trabajo infantil, la devastación ambiental, la explotación de los trabajadores, etc. Esto es verdad. Es propenso a estos problemas. Entonces, si el sistema es amoral y produce muchos resultados inmorales, ¿no significa eso que nosotros, las personas, somos quienes impulsamos la inmoralidad del sistema? Pues sí y no.
Lo que hay que tener en cuenta es que el capitalismo es inherentemente antidemocrático. Es un principio de la democracia que el poder está igualmente dividido entre la población, una persona, un voto. En un sistema capitalista, un dólar equivale a un voto. Entonces, la moralidad o inmoralidad del resultado de un sistema capitalista es más una función de la moralidad de sus miembros más ricos, ya que controlan la mayor parte del poder en el sistema.
Sí, un millón de consumidores podrían reunirse y exigir un cambio en el comportamiento de una empresa en particular y hacerlo de manera bastante efectiva. Pero, al igual que uno o dos individuos muy ricos. Dado que la dificultad de manejar ese tipo de poder es directamente proporcional al número de personas que tienes que organizar, empiezas a tener una idea de por qué los ricos son los que controlan la moralidad relativa del sistema.