Humillando e insultando a mi familia, en realidad es todo culpa mía. Fui lo suficientemente estúpido y ciego como para no ver sus verdaderos colores. De alguna manera nunca me di cuenta de que no estaba bromeando sino burlándose de mi educación. Como un tonto, dediqué mi vida a una persona tan cruel, ingrata e ingrata, que no me respetaba a mí ni a mi familia. Lo percibió como un protector, pero resultó ser un depredador. Una vez no fue suficiente, así que me mató tres veces y se siente tan orgulloso de ello, como si mereciera un premio por ello.
Por lo tanto, no me perdonaría por confiar en él y contarle sobre la crisis de mi familia y por usarme para su propio placer.