La felicidad nace de vivir una vida de acuerdo con los valores de uno.
La mayoría de las personas viven sus vidas según lo que la sociedad espera de ellos, o lo que el entorno cultural general describe como tener valor.
No es fácil tener valores. Es mucho más fácil vivir sin principios. Sin embargo, uno solo puede ser verdaderamente feliz al encontrar las virtudes ideales (las “buenas”), definirlas como principios morales y luego aplicarlas a través del proceso diario de vivir una vida virtuosa.
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