En un mundo ideal, nunca debería ser una idea “mala” llorar. Sin embargo, en el mundo real, a veces no es una buena idea llorar. Por ejemplo, llorar durante una entrevista de trabajo generalmente es mal visto, a menos que te hayas dado cuenta de que has encontrado a un amigo o pariente perdido hace mucho tiempo.
En general, sin embargo, no es una buena idea llorar si percibes que se percibirá como una debilidad, y tu situación depende de que seas fuerte. Además, hay sesgos culturales y de género que son factores para determinar cuándo es aceptable llorar. Algunas culturas tienen una visión más favorable de llorar que otras.
También es una mala idea llorar si planeas usar tus lágrimas para ganarse el favor, ganar simpatía, buscar atención o en cualquier momento en que no seas completamente genuino.
Sería genial si todos pudiéramos llorar tanto como quisiéramos cuando éramos niños. Creo que si ese fuera el caso, todos seríamos más felices y ninguno de nosotros tendría que llorar mucho, y cuando lo hiciéramos, todos seríamos más comprensivos y empáticos.
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